martes, 2 de octubre de 2012

Una road movie sin gancho


Uno de los filmes que se quedaran grabados en mi mente durante mucho tiempo (más aún cuando el visionado se produjo en mi infancia) es Carretera al Infierno (1986). Rutger Hauer tomaba el papel de John Ryder, un psicópata autoestopista que sembraba la muerte allá por donde él pisaba. Un papel que el mencionado actor clavó de manera magistral (recuérdenlo también en la excelsa Blade Runner como el replicant Nexus 6). Inevitable mencionar ese clásico de los años 80, una película que bebía de una proliferación de cintas de carretera, sucias, ásperas, polvorientas. Un filme que no ha envejecido nada mal para los tiempos en los que estamos, un slasher-road fantástico y muy bien llevado, aunque un poquito largo para mi gusto (unos 15-20 minutos le hubiera restado del metraje final, y eso que la peli no llega a la hora y media de visionado). El chaval que recoge en la carretera al asesino John Ryder es Jim Hasley (C. Thomas Howell), Ryder confiesa que es un asesino y nuestro joven protagonista lo deja en la cuneta de la vía. Ahí es cuando empieza lo bueno, y durante todo el largometraje se produce esa fantástica persecución del asesino tras el joven, además cabe añadir, que Ryder comete asesinatos que hacen inculpar a Jim, convirtiéndose  en un juego maquiavélico por parte del asesino y una aterradora intento de evasión por parte del protagonista.


Directamente el remake no ha superado a la cinta original en este caso tampoco (y viendo cómo están quedando todos los remakes, nada sorprende ya). Uno de esos matices es que los que recogen al asesino (interpretado por un genial Sean Bean, lo mejor del filme sin ningún lugar a dudas y eso que no acojona como el actor que lo interpretó hace más de dos décadas) son dos personas, pareja, dos estudiantes que se dirigen a casa de las amigas de la chica. Uno de esos pilares por los cuales no llega al nivel de la peli de Robert Harmon es que esta vez hay una pareja que escapa del asesino, el miedo a la soledad, de estar y encontrarte/enfrentarte solo con el psicópata desaparece por completo, además otorgando más importancia a lo que se está viendo últimamente en las pelis de terror, haciendo que se pierda una de las raíces más profundas de este noble género (el miedo a encontrarte solo con el peligro). El filme es entretenido, pero vacío. Tenemos la sensación de que el killer es invencible, un rambo en toda potencia, dando una sensación de que nadie puede con él, ni la policía, ni nada que exista en este mundo. Película bastante previsible, con la actuación más que correcta de Sean Bean, pero al menos entretiene. Película que se hace larga por las carencias y las lagunas argumentales y la incoherencia en algunas escenas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario